jueves, 31 de diciembre de 2009

Las vueltas

Cómo las presencias no se iban (y me lo habían advertido con una anterioridad imperdonable), me senté en la silla, a la mesa. En la mente se me representaron los pasos a seguir y pensé que la ejecución sería una redundancia. Me incorporé con velocidad cuando caí en la cuenta del error. Preparé la taza. Al café no lo preparé, a la leche tampoco. Volqué el café y después, recién, la leche. Repetí las medidas, "un litro en mi cabeza", en mi cabeza. Y a las dos repeticiones me di cuenta "olvidé 1 litro en mi cabeza" en mi cabeza. Pero tal era el curso del plan y tal era el curso de las repeticiones. Alguien silbó y yo me sorprendí, tan tranquilamente. El microondas. Un minuto y veinte segundos, en dos vueltas de rosca. Me pasé. Borrar. Un minuto y veinte segundos, en dos vueltas de rosca. Un minuto y veinte segundos en marcha. (Cruzó un gato) Fui en busca de otros utensilios de capital importancia. Galletas, siete y de a una. Sobre la servilleta, en el margen superior derecho. Siempre me pregunté las implicaciones incómodas que hubiera traído consigo el "las galletas en el margen inferior" y encima izquierdo. Hubo un susto y tomé la mermelada. Antes me agaché. Ahora, erguido, la taza. Son siete sorbos y con las burbujas subiendo hasta la explosión en la boca. Con las galletas es todo más complicado, porque dos mordiscos seguidos, un tercero separado, el cuarto y el quinto. El último solo. Antes de cada intervalo, hay una deglución. El fondo verde de la taza y la cabeza que duele. La lleno de agua y a un vaso también. Restan seis galletas pero repletas de todo. Un bolsillo está lleno de mano y ahora no, porque tengo que seguir, tengo...

1 comentario:

  1. Es lo que tienen las presencias, tienden a estar presentes, meu estimado Idealista.

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