La historia de la humanidad no debería ser, exclusivamente, la historia de los hombres menos olvidables y más laureados, sino también la de los mitos y de las creencias. Y de ellas, las más populares, con su todo de sistema de reglas y leyes que se dictan desde adentro. De ahí en más, uno, en la tranquilidad del pasado, puede usar alguno de esos métodos razonables y exactos para la "deducción de implicaciones lógicas" y entonces, descubrir lo que dicta Un Espíritu, ahora, desde adentro hacia afuera: "esto sí, esto no" y de esa manera, Un Espíritu en cada momento de la historia decide la suerte de lo pecaminoso y decide lo pecaminoso mismo. A priori "mal gusto; buen gusto". Arbitrariamente "quémenlo, mátenlo; a ese por usar el cabello tan largamente". Tal era la influencia de su estado. Uno, así, puede entender porqué sobre él se persignan dos hombrecitos de espaldas anchas e imperdonables, cuanto más, horribles. No tienen un nombre porque sus deformidades invitan a bautizar un brazo o una pierna. Los hombrecitos toman una o dos creencias, o una o dos implicaciones que se desprenden de esas creencias (una o dos para cada una). Si quieren aumentar la capacidad expiatoria del silogismo eligen tres (o tres para cada una). Eso les basta para cubrir sus espaldas por una lucha de potenciales electroquímicos. Salen a divertirse y a gritar y a dictar desde adentro hacia afuera. Son solo dos hombrecitos, y entonces los precios de una cerveza o una mujer descienden considerablemente. Pero son las espaldas de toda la humanidad. Por eso la anchura. Entonces ahí es cuando decimos "historia de la humanidad" y tenemos razón, por la sucesión de hechos en el espacio (y porque a Berkeley mucho no lo quisieron).
Te bancamos, Lionel
En esos brevísimos últimos años, Un Espíritu, abocado a la esencia de la Historia, Un Espíritu (al que nadie llegó a reconocer) interpeló a un grupo de periodistas e historiadores por la clasificación de un nuevo y variado grupo de expresiones artísticas, sociales, económicas, religiosas. En fin, la serie de instituciones que se suele citar en estos casos. A Un Espíritu lo provocaban y preocupaban las letras intrincadas y surrealistas, la "falta de naturalidad", el dibujo de cuerpos con forma de embutido transgénico y el pecado en el que incurrían muchos artistas al "profanar la realidad, a hacer exégesis con la soltura de un heresiarca del próximo tiempo que sucedió a la cruz" (también aborrecía a la cruz). En ese momento, Un Espíritu, tomó a bien aceptar el calificativo "Neo-barroquista" (según la cordura de los periodistas y los historiadores) para describirlas, y hasta lo abrazo sin el pudor que se le caía a una hora y a la siguiente, desde la frente, para decorar sus labios con el puntillismo de una paleta limitada. Cómo Un Espíritu lo aceptó, todos lo aceptaron. Y muchos fueron parte del movimiento neo-barroquistas, por lo intrincado de sus letras o porque los cuerpos que dibujaban tenían forma de embutido transgénico. Muchos fueron neo-barroquistas. La voluntad mucho no importaba desde el tiempo de las espaldas anchas. Yo en ese momento no entendí mucho, en los últimos y brevísimos años del siglo XX. Y aprendí a acabar de empezar a leer recién hoy o ayer, en los años finales de la más primerísima y extensa década del siglo XXI.
El neo-barroquismo puede implicar sobrecargamiento, impiedad, desdén, minuciosidad, detallismo, simbolismo, según muchos historiadores y periodistas interpelados por Un Espíritu. De todos ellos, el inentendimiento es, quizás, el único aprehensible en la realidad. La incapacidad de entendimiento de aquellas expresiones de humanidad, desconcertaba a Un Espíritu y él, con ayuda, (nos) clasificó. No fuera a ser que pasáramos inadvertidos. Él había exigido el vocablo y ahora todos estaban felices porque Miguel Ángel era barroco y pintaba con los ojos tapados porque Nemesis había perdido la castidad, el día que Justicia perdió la virginidad, y todos quedaron viendo mucho. Y entonces, con Miguel Ángel hay, cuanto menos, una proximidad nominal. La distancia temporal dio rienda suelta al nombramiento de los precursores del neo-barroquismo: Hegel, Homero, el Laberinto. Algunos despiadados sugirieron a San Juan. Todos eran tan felices porque Un Espíritu era feliz, y porque se secaba los labios empinándolos en cariños. El elitismo de los labios, rechazó a los neo-barroquistas.
Yo mismo me entendí como tal. El gran resto de los que cayeron en la regla, es desconocido. Pero lo sobrecargado, lo impiadoso y lo impío, lo minucioso, lo desarreglado, lo encriptado. A veces, lo "incoherente", así nombraba y clasificaba Un Espíritu. Uno representaba una obra teatral sobre unos que representaban la obra teatral de unos que representaban una obra teatral, y fue neo-barroquista. Y le lanzaron limones y otros cítricos o alimentos desdeñables. Otro dibujaba y decía que era miope. Fue muerto en una plaza estatal. A uno lo acusaron de desgastar la historia de la literatura con inmensidad de guiños. Lo apalearon hasta el coma. Tal era el trato que se (nos) daba.
Hoy, me enorgullece compartir escena con un genio del neo-barroquismo. Su video musical es el cúlmen de los tiempos. Sintetizadores al principio y al final y después vocalizaciones que se confunden y uno tiene que descubrir "cuál es la voz, cual el sintetizador", y es divertido y es alegre la relación, que algunos calificaron de incestuosa, no sin cierta razón. Las mujeres usan pelo y otras no (pero se esconden). Panteones. Homosexualidad. Palabras sin sentido; "karamu", "fiesta", "play on, play on, play on". Una invitación a Saussure, su teoría y su linguística. Pantalones ajustados, hippismo y descendimiento del promedio de natalidad. La teoría totalista, "todos somos hermanos", y un gesto que recuerda al de Jesús, que alguna vez se limitó solo a amagar aquel gesto, por el bastón en la mano. Puertas giratorias y negritos escapando de las garras de una máquina infame. Ahí está Kafka y empieza el socialismo. Con un paso al costado y una hilera de bustos femeninos que invitan a la anarquía dicen "lalala break the rules" y terminan con una declaración de los derechos de la raza menos negra sobre la de los africanos, representada por gente de color que baila muy feliz. Más después aparece Saussure, en un cameo terriblemente pasajero, como el de Marilyn Monroe. La teoría de la relatividad en "la eternidad de una noche". Blancos con negros. Blancos bailando hip hop. Orientales. Policías corruptos. Pablito Ruiz. Y un cliffhanger casi inesperado. Es un célebre repaso de la historia mundial, humana, social, ideológica, y la serie de instituciones que se desprende por inercia. Pero Un Espíritu y sus secuaces, no lo entendieron.
te amé desde el principio hasta lionel ritchie; pero más al final.
ResponderEliminares excelente <3
eeeoooou~
no me preguntes por qué.
AH! una cosa: Miguel Angel no es barroco, es Renacentista (y Jónsi NO se droga ¬¬)
ResponderEliminareeeooou :3
Ahí está el error en el caía Un Espíritu, y todos "aargg awww, eaeaea, Un Espíritu". Pero sus planes de operaciones estaban falseados por su cara que a veces se interrumpía por mis ojos, mi boca, y hasta mis manos, en su cara. Pero también los ojos de todos.
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