domingo, 10 de junio de 2012

Algunas vidas sobre nosotros- Parte I: Biografía, opiniones e higiénico uso del Backgammon


""Entre los hechos que actualmente suceden y que son de interés general (pero que también son higiénicos), hay tan pocos como cinco o seis: y sí, cualquier hombre podrá anotarlos en su biografía sin ser arrastrado por la intensa ola de enjuiciamientos que algunos productores de televisión han desatado para asegurarse la novedad estética de unos personajes. Por ejemplo: preservar el personaje de Margaret Thatcher, frente a su homónima, quien actualmente vive en Inglaterra y se vio obligada a renunciar a las cualidades y condenas populares que tan dedicadamente le atribuían, cuya novedad vital ha expirado... notablemente. De aquellos hechos de interés general, el más aburrido es quizás el de la toma de la Isla Maldicha, por parte del Capitán Masthorpe junto a sesenta "integrantes de un grupo". A estos integrantes de un grupo, un mejor nombre no se les pudo hallar luego de varias búsquedas en enciclopedias mitológicas en alemán: en verdad, que fueran todas mitológicas sería una contingencia; el idioma era el factor delirante y pegajoso que los guionistas estaban buscando en el nombre de estos, los sesenta ¡amigos ellos! los integrantes. Estos integrantes nunca fueron soldados.

El hecho de la toma de la Isla Maldicha es breve o no, según la perspectiva histórica o psicológica. No es particularmente emocionante y puedo quedarme dormido. Pero solo ahora me cuestiono si tal vez ya sea hora de decir algunas palabras sobre el tema: ahora que Amelia lo menciona. Estas palabras serían unas palabras divididas en tres secciones. Serían palabras que empezarían como un fragmento melódico y monosilábico para después abrirse en un texto melancólico (en décimas o no) para terminar con la entrada en escena de todos los miembros frenéticos, que repiten un estribillo al pasear el campo de batalla que ya es materia del tiempo y, entonces, de los cuervos. Quiero decir: tal como sucede en la rumba. Un amigo mío bailó la rumba durante su juventud: en Bulgaria. El baile era subversivo y alguna gente que, según creo, era malvada, intentaba detenerlos, supongo que con escobas y también con bastones que usaban para picarlos: solo pueden ser ancianos quienes osen detener a los de la rumba, o simplemente gente con riesgo cardíaco. Nadie lo creería, pero la rumba búlgara era como el rock psicodélico, pero sin Jimmy Page: quiero decir el propio rock psicodélico sin Jimmy Page. Aunque, hay que decirlo, los de la rumba serían más conservadores que los hippies. Nadie lo creería: los de la rumba eran, de hecho, trabajadores rurales y conservadores que se tomaban un rato libre, quizás cuando tocaba la campana, para expresar su disconformidad bailando la rumba... Pero, ¿cómo podrían estos búlgaros querer ser infelices y bailar la rumba al mismo tiempo? No lo saben. Y aún peor: ¿quién podía pensar que esa gente estaba siendo subversiva mientras la bailaba? Tal vez los ancianos de los bastones solo pretendieran fomentarla y perfeccionarla, al tiempo que causaban heridas de tercer grado. O, al menos, eso es lo que deberían haber interpretado los mismos subversivos de la rumba, en lugar de sentirse como unos perfectos subversivos... ¿De otra forma, cuál sería la lógica de estos búlgaros opuestos al progresismo y contrarios al aborto? ¡¿Cual era esa?!... O la del Capitán Masthorpe ¿cuál era su lógica?

Volviendo a los negocios: es urgente que vuelva a hablar del Capitán Masthorpe y sus hechos. Nunca nadie tardó en pensar que el Capitán, ideólogo de la toma de Maldicha, ejecutaría ese movimiento: cuando lo preguntaban en concursos televisivos, todos lo contestaban bien. Que Masthorpe tomaría la isla era tan predecible como el 50% de las películas de final sorprendente. La toma de Maldicha era de esos puntos de la historia cuya sucesión no estaba sostenida por un acto de fe o por la asistencia de todas las causas, sino por la precedencia de los hombres, quienes obviamente ya sabían lo que vendría y estaban sentados o aburridos, esperando. Es que el capitán Masthorpe era tan nacionalista que era extranjero: una vez habló de nuestro país y lo felicitó Nigeria. A muchas personas les costaba reconocer a nuestro país en las palabras de Masthorpe: la gente debía preguntar y otros le respondían: "Sí, está hablando de nosotros": estos que respondían no eran improvisados pero tampoco eran opiómanos; después de sus respuestas, ya nadie podía sentirse externo a cualquier cosa. Las palabras de Masthorpe se asemejaban a las de los nacionalistas rusos y de tantos otros países, aunque traducidas al sueco solo pudieran pertenecerle a un extremista budista: Masthorpe no sabía mucho de historia pero no la necesitaba. Cerraba sus diálogos tocándose la barbilla. Confiaba mucho en su propia nacionalidad y atacaba a españoles, guaraníes, franceses y cualquier pueblo en general que hubiera colaborado en su surgimiento pero que se hubiera resentido lo suficiente como para atrasar su aparición, la de esta nacionalidad que Masthorpe aconsejaba, la nuestra. Criticaba mucho a los suizos, que inventaron el formato "colmo" para el chiste, ese que empieza: "¿Cuál es el colmo de...?". A Mathorpe los colmos le parecían especialmente tendenciosos. Masthorpe era tan nacionalista que era extranjero. De hecho, oscuras fuerzas sugirieron la posibilidad de que fuera holandés: los holandeses han acostumbrado ser buenos argentinos o ingleses, porque como holandeses siempre fueron unos frígidos. Los argentinos, en cambio, sirven como argentinos, pero también como chilenos o brasileros (después de un litigio) o como uruguayos (con la independencia). No corren la suerte de los suizos, que serían unos perfectos Bárbaros. Ni de los mexicanos, que en realidad solo fueron buenos como aztecas. 

El capitán Masthorpe tenía muchos méritos en su carrera y ahora la gente le decía patriota. De otra forma hubiera sido un simple militante: "Capitán Anthes Masthorpe: de nueve a quince, militante; de catorce a veinte, repostero", así es como Masthorpe firmaba. Esta firma explicaría la tendencia evidentemente compasiva de sus llamados "gestos dulces de última hora" (como en aquel día, a las catorce y cincuenta y nueve, cuando ya teniendo que volver a su casa y en la intersección entre el compromiso político y el pastelero, liberó a esos presos canadienses que ofrecían sus servicios simulando ser ingleses). De hecho, Masthorpe, militante, se dedicaba a detener a gente sospechosa de violar el sistema de nacionalidades, porque eso es lo que uno suponía que hacía un militante, así que Masthorpe aprovechó la ocurrencia del pueblo. Entre los méritos que hicieron de él un patriota está la exterminación de unos extraños personajes que aparecieron en nuestro país espontáneamente, sin conexión probable con otro y que intentaron desplazarse libremente por el territorio, ¡cómo si para ellos no hubiera regla alguna sobre ser países! Uno de ellos, de hecho, intentando imitar mis formas, fue el verdadero autor del texto de la entrada "Precursión", que luego yo copié y publiqué sin respeto por la procedencia interestelar de las palabras. Su autoría era, sin embargo, notoria, con ese estilo de sorpresa por el lenguaje que notaron algunos comentaristas y que relacionaron con cierto carácter de algunos extraterrestres que no tendrían lenguaje desde que prescindían del tiempo y de los que nada se sabía hasta el momento: esta raza no había existido necesariamente. El verdadero autor de mi texto, junto con el resto de su especie, fue liquidado por el método indoloro de una paradoja temporal. El Capitán Masthorpe la había promovido.

Tiempo más tarde, el Capitán repudió internacionalmente aquel libro que Mariah Carey, "la extranjera", publicara después de pasar dos años en el gimnasio. Se titulaba "Skinny like me"(2011) y en él hablaba de los niños hambrientos ("pero flacos") de "África y lugares". Mariah ingería la hipótesis de que "quizás nada malo" (p.2) hubiera "en ellos" (pp. 67-68) y exigía que se los dejara vivir en paz y delgados. Pero en realidad, pensaba que "hipótesis" (hypothesis) era un tipo divertido de vegetales. Masthorpe, indignado, le reclamó: dijo que sus propios niños nacionales eran increíblemente mejores y más hambrientos. Mariah Carey se mostró sorprendida. Masthorpe, entonces, la acusó de afrancesada. Mariah no contestó en ese momento: estaba atendiendo asuntos en las Islas Canarias. Masthorpe supuso que la discusión había acabado y que él había vencido por inasistencia. Así también se solía vencer a la muerte, según Masthorpe.

Además, es sabido que Masthorpe adhería al fomento de la nacionalidad por medio del método de la escolarización, con resultados impares. Desde siempre, Masthorpe prohibió la música en otros idiomas, a excepción del danés, mucho más simpático. En realidad, Masthorpe no tenía facultades o cargos públicos que le permitieran imponer la medida, de manera que aprovechó el respeto que la gente sentía por él, que era casi cultural o nacional ¿Qué seríamos sin él? Mucha gente respetuosa adoptó la medida y entendió cada una de las palabras que escuchaba en sus canciones favoritas, con excepción de algunas de origen danés. Esta gente también decía que una canción o una película era "institucional", en lugar de "bella". Con el tiempo ambos términos se asimilarían. Por otro lado, debo al Capitán Anthes Masthorpe y sus amigos el cultivo de un sentimiento inédito, pero un sentimiento que, en teoría, ya estaba latente en mi, aún cuando no estaba (a veces). La metafísica cristiana nos pareció mucho más elemental después de eso. Este sentimiento era el sentimiento de todos los nacionales. Este sentimiento estaba formado por la consistente seguridad de que a todos los nacionales nos unía el sentir que nos unía el tango. No. Que no se me malinterprete. Claro que no todos lo tocábamos, ni lo bailábamos, ni lo escuchábamos: ni siquiera lo hubiéramos reconocido en un concurso de preguntas y respuestas; al principio, nuestros antepasados lo hacían; al principio nosotros lo hacíamos, pero con el tiempo hubiera sido una redundancia. Pero el sentimiento parecía ser más fuerte. Todavía me acuerdo de los hechos de pasión que rodearon a la manzana de la época de mi niñez, y a mi, y a todos mis compañeros, y al descubrimiento de este espíritu nacional del tango y cosas. Solo el pequeño Ínfimo terminó siendo Kantiano (había entendido mal).

{Maestra: Niños, recuerden, la República está justo en el centro de su pecho. Del pecho.
Ínfimo: Maestra, creo que puedo sentirla.
Maestra: Oh, no, Ínfimo. Lo tuyo es una arritmia. El resto lo está haciendo bien.}
Si. Y de verdad que hacían.

El Capitán Masthorpe, finalmente, era considerado el mayor conocedor de perfiles nacionales. Sabía desde los perfiles más populares y conocidos, como el perfil de un inglés, de un francés y el tan conocido "Perfil de un Búlgaro", basado en un amigo. También otros como el de un serbio o el de un malgache, de más difícil acceso porque tampoco es que se los odiara tanto. En base a sus conocimientos, se promulgaron leyes que regían sobre perfiles nacionales. Algunos de los nuestros fueron castigados por suizos. Hay que ser justo y reconocerle a Masthorpe que jamás había salido del país: había aprendido estos perfiles mientras jugaba al Backgammon en Internet. Entonces era una fiesta verlo decir: "Oh, ese es un clásico chino". Y verlo decir: "Típico movimiento de un turco". O también: "Oh, no". Masthorpe no ganaba muchos partidos, y jugar era un efecto colateral de otra misión: la de averiguar perfiles que ya he explicado, ¿no?... Sí. Una vez predijo una guerra civil en Marruecos, después de jugar un partido contra un algeriano. Todos lo festejaron, incluso nuestro primer mandatario, que es una mujer, y tuvo que hacer la fiesta. La predicción no tuvo influencia alguna en el desarrollo de la guerra civil. Masthorpe siempre fue imparcial en asuntos de otros, de aquellos que no podían convertirse en nosotros.

Partida de Backgammon por internet entre un comunista y un cerdo capitalista


Partida de backgammon contra un suizo de esos

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