Hubo, es verdad, otra suerte de proposición antes de que adoptase a estos dos inmortales y así los incorporase en algún formulario del futuro; o "y así dejarlos ahí junto con mi registro de afecciones sociales o de elementos punzantes y premolares que no son un cuchillo". Hubo una idea: hacer de mis precursores a agentes del futuro inventados con cierta negligencia de mi parte, pero con una negligencia hermosamente ornamentada y corrosiva. Tendrían espadas y cada espada (del futuro) podría mostrar un resumen de los conceptos más categóricos con que los había escrito. Los conceptos se veían reflejados en la hoja. La hoja estaba desnuda. Las espadas eran objetos vulgares en un estado de cosas que pertinentemente hubiera descripto. Olvidaría apuntar las espadas y causaría conmoción terrenal. Dos hechos me obligaron a desistir de la hipótesis. El primero, una pesadilla en torno a las hojas de las espadas y mi incapacidad para darles un contexto real o autosuficiente, las cualidades de un dios. En mi sueño, a las espadas no se les ofrecía sitio donde rasgar, ningún sitio parecía violable, porque eran espadas de un acero muy blando y futurista. El otro hecho: un riguroso análisis del "Programa de Precursores Históricos" que me reveló que ya uno había utilizado estrategia tan psicótica pero gentil (como de esa religión sectaria del sur de Illinois). Era Cervantes. Cervantes habría designado a "Deesas vertiginosas sucesiones de imágenes con sentido que tratasen la manipulación del tiempo" (en una directa alusión a 12 Monos y Lost ). A su propia vez, Cervantes fue precursor de otro: de James, quien hizo tributarios de su vasta obra a las películas con finales elegantes, a los libros con finales elegantes de Dan Brown y a otras telenovelas mexicanas que hacen culto a la ambiguedad (no tanto por motus propio, pero, definitivamente, en pos de una deliberada accidentalidad). La teoría del plagio se desvanece en tres instantes secos, pueriles, villanos. Este último hecho, por demás, se enlaza con otro más superior en base empírica, pero no menos fantástico: El sitial oficial del Sistema de Precursores y su página oficial aquí.
Procedí al acto de evacuación que a los mortales más agrada: La eliminación categórica a partir de un catálogo (no clasificado). Seleccioné opciones al azar, mientras en mi actitud eliminatoria descartaba opciones como "Una película de amor entre dos personas. Una de ellas, de herencia militar y de herencia filial. La segunda, de veinte hijos que le dejase su esposa muerta. Este hombre se encuentra con una mujer y sus veinte hijos, todos vejados y amedrentados por una patria vejadora y amedrentadora. La mujer había tenido veinte hijos y había sido abandonada veinte veces consecutivas, cuando el director no supo que bastaba un único y determinante abandono (al final)." Descarté, también, un texto similar al que le agregaban las siguientes líneas: "La mujer de veinte hijos resulta ser la esposa muerta: la multiplicación es peligrosa e infinita ¡Y la película apenas comienza!". La eliminación fue gustosa y exaltada que hasta perdí la cuenta y perdí dos o tres buenos argumentos literarios. Durante el "Proceso de Eliminación Continuo", fue perfectamente posible plantearme el verdadero sentido de mi búsqueda y sus motivaciones más justificantes. Afortunadamente, estos lapsos eran de los llamados "lapsos momentáneos" y se desaparecían cuando frotaba mi cabeza contra una superficie rugosa.
Finalmente decidí concluir mi investigación con la adquisición de dos hechos que, afortunadamente, inmortales, signaron el principio y el final de mi carrera vital.
El primero es "Harriet: The Spy". Cuenta la narración que una pequeña escritora, con aspiraciones de Kafka (aspiraciones concretas ¡oh, terribles aspiraciones! Desasosiego de los serviles arrastrados). La película contiene una de las escenas más grandiosas en la historia de la economía no mercantil: el crudo desvelamiento de la verdad en un diario privado que aún desvela tantas otras verdades, solo por inercia. El argumento también repite las secuencias de "Hombre solitario con colección de palomas", "Niña presumida, inerte y herbívora" y la tendencia a "Mejor amiga negra": todas ellas, secuencias que parecieran extraídas así, sin más, sin redefinir, en collage, a partir de un manual informal para casos de emergencia. Muchos dirán que el 80% de las secuencias son repetidas. Yo puedo decir dos cosas que pensé durante algún tiempo: reemplazar el calificativo "plagio" por el otro" representativo de una(s) época(s); o también puedo decir: ¡QUÉ COSA NO ES EL MUNDO SINO LA LIBRE COMBINACIÓN DE SECUENCIAS YA NOMBRADAS POR UN DEMIURGO TRAIDOR! Ruego honestamente que cada uno elija su cosa favorita en favor de mis beneficios personales. A cualquiera le parecerá dificultoso hacer una conexión entre Harriet y mi futuro colgamiento público, pero yo diría que las pruebas están a la vista.
El segundo hecho, dos veces inflexivo por una vez personal (y es muchas veces personal), corresponde a otro Tratado de la naturaleza humana. Su transliteración corriente es "¿Quién engañó a Roger Rabbit?", pero en el mito original tiene más coherencia, más sangre y a veces uno puede contar que las vocales están bastante equilibradas. El mito original es sajón. Su esencia y su tema son los límites entre la realidad y la ficción. Su argumento fue dado por los sueños pero, como todo mito, fue impulsado por una guerra, por una mujer o por una planta. Es también una sátira de la guerra fría, un pacto con la sensualidad femenina o una planta, según diversas interpretaciones que han corrido y adelgazado hasta quedarse como líneas marcadoras o como "hechos importantes en una línea del tiempo escolar". Hoy lo reconstruyo a tientas, a través de los corredores cinestésicos, precipitados como evaporables, que cada tanto invento (o restauro) para controlar la visión. En un corredor estoy yo, de parado y silencioso, vociferando porque mi contacto con el mito estaba condicionado por unos que eran de Multicanal, institución tan astrológica como inalcanzable que reparte mitos pero lo hace con atraso y siempre va atrasado. Incluso en "siempre", Multicanal viene después. Este es otro mito. Aquellos muchachos impartían el mito con la diligencia de llegar tarde, entonces, pero se los perdonaba por estar todo ya programado. El argumento no escatima verdades universales y uno puede contarlas sin la ayuda de un mayor. Tiene la gracia y el don de todo museo: es categórico, platónico, eterno, sacrificado, procedente; todo eso se reduce a Inmóvil. Cuando era chico diseñé una cultura precolombina en la que las sílabas no podían tener final como "f". Bajo circunstancias asombrosas, toda la raza se extinguía junto con los datos que podrían encontrarse sobre ella: con mi misma historia, incluida entre los datos. La sensación era la de crear un imposible o la de pasar mis horas como fantasma. La visión que este argumento impone es igual de fantasmal e igual de inventada.
El segundo hecho, dos veces inflexivo por una vez personal (y es muchas veces personal), corresponde a otro Tratado de la naturaleza humana. Su transliteración corriente es "¿Quién engañó a Roger Rabbit?", pero en el mito original tiene más coherencia, más sangre y a veces uno puede contar que las vocales están bastante equilibradas. El mito original es sajón. Su esencia y su tema son los límites entre la realidad y la ficción. Su argumento fue dado por los sueños pero, como todo mito, fue impulsado por una guerra, por una mujer o por una planta. Es también una sátira de la guerra fría, un pacto con la sensualidad femenina o una planta, según diversas interpretaciones que han corrido y adelgazado hasta quedarse como líneas marcadoras o como "hechos importantes en una línea del tiempo escolar". Hoy lo reconstruyo a tientas, a través de los corredores cinestésicos, precipitados como evaporables, que cada tanto invento (o restauro) para controlar la visión. En un corredor estoy yo, de parado y silencioso, vociferando porque mi contacto con el mito estaba condicionado por unos que eran de Multicanal, institución tan astrológica como inalcanzable que reparte mitos pero lo hace con atraso y siempre va atrasado. Incluso en "siempre", Multicanal viene después. Este es otro mito. Aquellos muchachos impartían el mito con la diligencia de llegar tarde, entonces, pero se los perdonaba por estar todo ya programado. El argumento no escatima verdades universales y uno puede contarlas sin la ayuda de un mayor. Tiene la gracia y el don de todo museo: es categórico, platónico, eterno, sacrificado, procedente; todo eso se reduce a Inmóvil. Cuando era chico diseñé una cultura precolombina en la que las sílabas no podían tener final como "f". Bajo circunstancias asombrosas, toda la raza se extinguía junto con los datos que podrían encontrarse sobre ella: con mi misma historia, incluida entre los datos. La sensación era la de crear un imposible o la de pasar mis horas como fantasma. La visión que este argumento impone es igual de fantasmal e igual de inventada.
Naturalmente, el solo nombramiento de estos acontecimientos los ligó a la cadena significante. A ellos le siguieron otros sucesos menos felices, como por encantamiento. Tres meses dormí bajo el cielo de Irlanda que es Patria de extranjeros. Visité grutas antiguas en una zona de laderas. Escribí una carta y declaré a mis precursores. Negué la muerte de una esposa y negué su reaparición como esposa muerta. A partir de este punto, los datos se vuelven inexactos. Tres meses dormí bajo el cielo de Irlanda, pero nadie me conocía y debieron no reconocerme por la cicatriz. Poco después, más tarde, accioné el mecanismo y di con mi colgamiento público. De estos colgamientos hubo dos o tres y se siguen continuando. Multiplicados, habían perdido toda el significado que alguna vez causaron.
*Se refiere al suicidio que ya probaron sin agrado la Doctrina del Eterno Retorno, El suicidio (que ahora industriosos del comercio gráfico llaman Boogie-Boogie) y con consecuencias dispares o polémicas. Otras sensaciones del momento como una mujer y una bebida de nomenclatura y composición cítrica. Un comunista lo intentó tres veces pero eran tres comunistas diferentes y sus, apenas notables, facsímiles de diferencia específica los confundieron y redujeron a uno en los registros públicos (más tarde, ante la corta pero importante cantidad de comunistas vivos, el suicida terminaría por reducirse a ninguno). Es común, por otra parte, en escritores y profetas que desaparecen de un día a la eternidad (estoy siendo perifrástico). Muchos científicos de carácter detallista o tangencial buscan una analogía entre el estado pre-Big-Bang y el sujeto suicida, que sufre de cosmoagonía. También "Lost", quien antes ya había intentado "morir por desaparecer y pasar desapercibida" y "muerte por ciclicidad y pérdida de la capacidad cognoscitiva", pero ahora prefirio "dejar que la corriente de deseos intrínsecos y desencadenantes condujera al Gran Puerto" (Y NO ESTOY CITANDO).
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